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~Pensadores~

jueves, 2 de abril de 2015

Primavera

Hoy he de confesar una cosa,
he de confesar por qué guardé esas rosas.
Todo empezó antes de que llegara ella
y lo invadiera todo con su manto,
sus aromas y de colores
lo inundara todo a su paso.

Nunca se vestía de nácar,
o de huracán, los cielos sin color no le gustaban
y cuando sus ropajes se ensuciaban
no había otra opción que salpicarlos con sus lágrimas.

Sus vestidos ligeros ocupaban cada rincón
llenándolo de color.
Siempre que llegaba traía aroma a pétalos
o cantares nuevos.
Los caminos se dejaban acariciar
por su brisa verde y
los pájaros se deleitaban entre
las ramas ardientes de su pelo rubio
eternamente perenne.

Y todo esto que pasó después de que te fueras
era lo único que tenía para vivir
día a día.
Tus risas no acompañaron más mis andares
por estos inmensos y solitarios lares,
pero guardé sus aromas
y sus lágrimas en un frasco lleno
de violetas, pensamientos, rosas
y claveles para que cuando volvieras
te dieras cuenta de que aquellas almas perdidas
eran siempre la misma:
la tuya, y la mía.

También confesaré que los detalles
son siempre vulgares
porque se convierten en lo más grande
se convierten en su propio arte.
Así que hoy he de confesar
que por fin me di cuenta
de que esta es mi manera de amarte:
guardando las primaveras en frascos
para que con su llanto puedas perfumarte.

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